martes, 4 de febrero de 2014

Gracias


Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra... Yo ya creo que llevo 6 o 7...

Abrí este blog por necesidad... Después dejé de escribir por la misma razón. He tratado de reconvertirlo, de contar en él buenas nuevas, cuentos que acaben bien,  pero no lo consigo...

Tal vez deba ser así. Tal vez MarCalamidad no tenga más sentido que este, el de redimirme de vez en cuando, el de servirme de recordatorio, el de traer a mi mente momentos e imágenes que, afortunadamente, han desaparecido...

Sea como sea, hoy no es el día de preguntarme sobre el propósito de este espacio. Hoy es el día de utilizarlo para lo que mejor sé hacer: dar las gracias.

Sí, hoy Día Mundial contra el Cáncer, siguen abrumándome las cifras. 1 de cada 5 hombres, en España, padecerá cáncer antes de cumplir los 75 años. 1 de cada 6 mujeres. 

Sólo en España, hubo, en 2012, 215.534 casos, según el estudio "Las cifras del Cáncer en España 2014", de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Cifras que esconden nombres y apellidos, sonrisas apagadas, miedos, dolores y lucha, mucha lucha. 

Iñaki, Jesús, Antonio, Claudia, Ivo, Guille, Raquel, Teté, María Ángeles, Raquel, Lola, Isabel, sonrisas de las que no recuerdo el nombre, enfermeras que acompañaron cada dolor y prueba con una palabra cariñosa... Tantos y tantos nombres, rostros que me acompañaron en el camino, en la batalla, cada uno a su manera, con sus armas, con sus victorias, con sus derrotas.

A todos ellos, gracias. Porque me ayudásteis a crecer, a vivir todo aquello como una enseñanza, a sonreír incluso en los momentos más duros, a creer que podía y a seguir luchando pese a todo, a los fantasmas, a no reconocerme al mirarme al espejo, a no saber, muchas veces, si todo fue un sueño. Un mal sueño. 

A los míos... ya sabéis que sin vosotros no podría estar escribiendo esto.

Gracias








miércoles, 12 de junio de 2013

Carta a Martín

Sé que no lo he cumplido... Os prometí hace meses escribir sobre cosas no tan malas o al menos distintas y ni una línea...

Eso sí, hoy voy a compensaros por toda esa ausencia...



Carta a Martín




Te vi y ya supe que te quería. No sabes cómo necesitaba que llegaras, que nos hicieses sonreir tras tantos nubarrones.

Has llegado incluso antes de tiempo y eso me dio miedo. Pero eres fuerte, como tu abuelo, y saliste adelante.

Llegas a una familia algo rara, ya te lo aviso. El abuelo es llorón y del Real Madrid, casi nada. La abuela, maña hasta la médula, incombustible y algo despistada.

Miguel... es el más chiquero, tal vez por eso, te quería incluso antes de verte. Y yo... pues soy tu tía, también bastante llorona, con un pronto algo feo... y no soy ejemplo de nada. Me preguntaba cuando te conocí que podía ofrecerte... Y me temo que solo sé de bares, de viajes soñados que nunca haré, de libros que no escribiré... y poco más.

Eso sí, te querré como pocos y prometo no invitarte a un vino mínimo hasta los 18 :-)

Y tus padres... primerizos, eso sí, pero insuperables. Has tenido mucha suerte... Son de oro. Ellos y su amor.

Así que bienvenido... Pero sobre todo, bien hallado. Gracias Martín. Sé que tu llegada me hará a mi mejor persona.

martes, 26 de marzo de 2013

Os lo merecéis



Leo mis propios post y me entristezco... 

No creo que sea justo quedarme, quedarnos ahí... En el dolor.

Empiezo a resurgir, a volver a respirar sin boquear, como los peces al saltar a la orilla y no sé lo que durará pero quiero compartir con vosotros algo más que sombras...

Os lo merecéis.

Quiero hablaros de viajes, de libros, de redes sociales si hace falta pero volver a escribir sin las "negritas" obligadas.

Así que... ¿por qué no? Vamos a intentarlo... Espero que me acompañéis.



lunes, 20 de febrero de 2012

Desencuentro

... con mis tiroides, con mi cuello, con mi alma, conmigo misma...

Ya ha pasado. Sí. Y duele. Y es feo. Y ni siquiera puedo decirlo alto y claro, no puedo gritar, no puedo explicarme...

No tengo voz... eso sí, tengo un nueva "arruga" de oreja a oreja y, sí, aunque parezca increíble, tengo un dolor mucho peor...

Me duele el alma. Me duele no entender a los que siempre entendí, no saber cómo mirarles a los ojos, cómo sentir lo único que deberían hacerme sentir, lo de siempre, lo que nos unió hasta hace poco.

Algo se ha roto y no sólo ha sido mi cuerpo... Desencuentro... No uno, ni dos... Y eso, duele más que la herida y eso no sé si cicatrizará.

Es curioso... como si no tuviera ya bastante con mi propia travesía...

jueves, 19 de enero de 2012

Más cornadas da la vida

No sé cuál será el torero con más cornadas en la historia; nunca me ha interesado el mundo del toro. Lo que sí sé es que voy camino de quitarle el "honor".

Pensé en cerrar este blog. Como véis, hace tiempo que no escribía. Me daba mal fario hacerlo.

Nació por una razón y volver a él me hacía recordar y temer.

Por desgracia no lo hice... o por suerte... es difícil explicar de viva voz lo que pienso, lo que siento.... es difícil encontrar las palabras mientras los ojos de quien te escucha se llenan de lágrimas, de rabia, de tristeza.

Vuelvo a enfrentarme a mi peor temor. Y, así, sí tiene sentido que vuelva a este rincón.

No tengo fecha aún pero es algo que no va a tardar. Y yo ya no dejo de pensar en ello. Estoy asustada, enfadada, cansada.... y lo peor es que no encuentro más forma de desahogarme que llorando (con lo creativa que se supone es la tristeza).

Miguel dice: "Si te lo tienen que hacer, cuanto antes, mejor"... y ese es el problema que YO NO QUIERO QUE ME LO HAGAN.

He descubierto además una sensación extraña, nueva completamente: me veo desde fuera. Me veo, desde lejos, como si fuera otra persona. Me veo y me doy mucha pena.

No sé cómo enfrentarme a ello. Las fuerzas son nulas y ese ánimo que todos ven en mi, ese valor que todos me achacáis, como al torero en la plaza, se ha ido, hace tiempo, lejos, mucho, muy...

domingo, 20 de noviembre de 2011

20N...nada cambia

Tal vez tanto reflexionar en cómo no tirar mi voto a la cuneta, en cómo no perder mi indignación entre las urnas y las papeletas... me ha hecho pensar en cómo no tirar mi vida a la misma...

Hace ya demasiados meses que siento, entiendo, vivo y actúo como si no estuviera enferma. Los médicos me dan la razón, de momento, y mi entorno me empuja a ello.

Parece olvidado todo el horror, ya no hay llamadas, ya no noto que sea especial, ni que esté especialmente presente para nadie....

Vamos, chica... despierta... sigue adelante, olvida, retoma las riendas....

Y eso estoy intentando....

Pero, ¿cómo lograrlo cuándo ya no eres la misma de antes? ¿cómo lograr borrar el miedo de tu día a día cuando nadie recuerda, pese a sus ánimos, cómo vivías, reías, sentías, trabajabas y soñabas antes?

No tengo trabajo... lógicamente, la llegada de mi enfermedad lo borró y, pese a mi "alta médica", nadie me lo va a volver a ofrecer tan fácilmente.

Lo he intentando... He mandado curriculums, he preguntado, ofrecido, propuesto, imaginado. Pero, ¿cómo explicas por qué llevas un año sin trabajar sin que se asuste nadie? ¿Cómo llenas ese vacio sin que el miedo que tu misma tienes, pegado a tu piel, impregnándolo todo y a todos, se contagie?

No sé qué pasará esta noche, cuando cierren las urnas, cuando las riendas de este país esten en manos de unos u otros (unos u otros... desgraciadamente, estas son las opciones... las únicas).... pero sí sé que poco o nada cambiará... Como en mi vida... como en mi miedo.... como en esta sociedad en la que si ser parada ya es un estigma, serlo enferma, aunque solo sea de miedo, es una condena.

lunes, 11 de julio de 2011

Puertas que se cierran antes de lo previsto



Los hospitales huelen mal. No sé si es exactamente mal pero sí raro, tienen un olor empalagoso, ácido, que te abofetea nada más traspasar la puerta y que impregna todo y a todos.



Huele a enfermedad, a dolor, a cuerpos convulsos, que luchan contra el deterioro, a carne que supura virus, infecciones, sangre, sudor... y, cómo no, lágrimas.



Es el olor de la desesperación, de la desesperanza, de las noticias que no llegan y que, cuando lo hacen, rompen, desgarran.



Es el aroma de los sueños que se paralizan, de los planes que se quiebran, de las puertas que, de repente, pueden estar a punto de cerrarse... siempre, antes de tiempo.


Eso sí, de vez en cuando, como un halo de esperanza, alguien sonríe, sentado en su camilla, al salir de la consulta, al recoger unos resultados. Sonríe, una sonrisa que reflejan sus contenidas lágrimas... Y ahí, sin más, de repente, el mal olor ha desaparecido y tan sólo consigo oler el mar, mi mar...